
Protección de la piel en verano. Cuidados y recomendaciones
Hemos hablado con la Dra. Elena de las Heras, directora de la Clínica Dermatológica Dra. De las Heras de Madrid, sobre la importancia que debe tener la protección de la piel en verano, así como los diferentes cuidados y recomendaciones que conlleva.
Son muchas las consultas sobre cómo proteger la piel, así como ciertas lesiones para las que se precisa un diagnóstico dermatológico adecuado y así poder irnos tranquilos de vacaciones.
Quiero indicar una serie de 5 medidas básicas y necesarias para una mejor protección de la piel en verano.
- El bronceado, aunque nos parezca signo de salud, es el resultado del daño solar; por lo que debemos protegernos todos los días, aunque estemos morenos. Este mensaje los dermatólogos estamos intentando transmitirlo desde que hace veinte años cuando se descubrió el efecto nocivo de los UVA diarios en la piel.
- Los fototipos I y II, que corresponden a las pieles blancas y pelirrojos, son los más sensibles, es decir, los que tienen más riesgo de quemaduras incluso con exposiciones cortas. Por lo tanto, son los que deben protegerse más.
- Evitar la exposición solar en las horas intermedias del día, entre las doce y las cuatro del mediodía. El agua del mar, la arena de la playa y la nieve reflejan mucho la luz solar. Estar a la sombra no nos protege, ya que nuestra piel seguirá recibiendo una cantidad considerable de radiación ultravioleta. Ojo en los días nublados, porque aumenta el riesgo de quemadura.
- La mejor protección son las medidas físicas, es decir, evitar la exposición directa. A esto nos ayuda la ropa, los gorros (mejor si son de ala ancha), las gafas de sol con cristales homologados, las sombrillas…
- Aplicar fotoprotectores tópicos frente a UVA y UVB a diario para reducir los daños del sol en nuestra piel, no para aumentar el tiempo de exposición al sol.
Me gustaría señalar que en primer lugar hay que elegir el filtro con el índice de protección de la piel adecuado a nuestro fototipo, y en las circunstancias en las que nos vamos a encontrar (playa, campo…)
A la hora de adquirir una crema protectora hay que tener en cuenta el índice de protección. El factor de protección solar (abreviado FPS o SPF en inglés) se considera la información más fiable para el consumidor como medida de su eficacia. El FPS mide protección frente a UVB. En Estados Unidos y Australia, el FPS mínimo debe ser superior a 30 y en Europa la recomendación puede variar entre 30 y 50. En cualquier caso, existe desde hace más de diez años la recomendación en el etiquetado de que figure como máximo 50+ ya que no hay grandes diferencias entre 50 y 90 de FPS.
En cambio, sí marca una gran diferencia, que el fotoprotector contenga filtros eficaces frente a UVA. Aunque la medición frente a UVA, a diferencia del FPS, no está estandarizada, debemos buscar en las etiquetas de las cremas las siglas IPD (immediate pigment darkening) y/o PPD (persistent pigment darkening).
¿Cómo hay que aplicar los fotoprotectores?
Preferiblemente 30 minutos antes de la exposición solar sobre la piel limpia y seca. Hay que ser generosos y aplicarse mucha cantidad, ya que se ha comprobado que nos ponemos menos de la mitad de la cantidad recomendada, con lo que el FPS se reduce a la mitad, por ejemplo un filtro del 30 pasaría a proteger menos de 15.
Tras el baño o la sudoración, debemos renovar siempre la aplicación. Cuando vamos vestidos, no sólo hay que cubrir la cara, también las manos, las orejas, el cuello y el cuero cabelludo, que son precisamente zonas más sensibles al sol.
No se debe olvidar ninguna zona expuesta, en especial la espalda y el escote.
Los expertos advierten que es necesario utilizar protectores solares a diario, sin embargo, también debemos tomar el sol para que el cuerpo pueda sintetizar la vitamina D.
¿Impiden las cremas protectoras la absorción de vitamina D? ¿Cómo podemos compatibilizar ambas necesidades?
Respecto a la síntesis de vitamina D, se trata de un tema controvertido desde hace años. En Estados Unidos y Europa debido a que los traumatólogos y reumatólogos están atribuyendo mucha importancia a la vitamina D en la salud del hueso y del músculo, recomiendan tomar el sol.
Existen tres fuentes para que podamos conseguir vitamina D:
- El sol: la radiación ultravioleta B provoca la síntesis epidérmica con mínimas exposiciones casuales (por ejemplo, 5 minutos de exposición de nuestra oreja suelen ser suficientes).
- La dieta: los alimentos más ricos en vitamina D son el pescado de agua salada, el aceite de hígado de bacalao y la yema del huevo.
- Los suplementos vitamínicos: como vitamina D2 o vitamina D3.
- Como los efectos beneficiosos del sol en la síntesis de vitamina D no se pueden desligar de los efectos dañinos, de la radiación ultravioleta B, es inadecuado recomendar una exposición intencionada al sol para aumentar los niveles de vitamina D.
Protección de la piel en los niños
En el reciente Congreso Nacional de Dermatología, se presentó un estudio de niveles de vitamina D en niños, y curiosamente los que utilizaban protectores mayores de 50 tenían mayores niveles de vitamina D. Como comentaba, el tema de la vitamina D es controvertido pues hay variaciones estacionales, y diferentes puntos de corte en lo relativo a deficiencia o insuficiencia y parece, según algunos expertos, que la repercusión más importante sería en pacientes con antecedentes familiares de cáncer de colon que deben mantener niveles adecuados de vitamina D en sangre.
En cuanto a los niños, se ha comprobado que el 80% de la exposición solar que un individuo recibe a lo largo de la vida se produce en los primeros 18 años. La exposición solar en la infancia es el período más crítico para establecer el riesgo de desarrollar cáncer de piel en la edad adulta.
Debemos poner máximo esfuerzo en la protección de la piel en verano de niños y adolescentes.Según diferentes estudios, los adolescentes, aunque tienen buenos conocimientos, prefieren estar bronceados y apenas usan protectores solares. Los niños de enseñanza primaria poseen unos conocimientos y hábitos significativamente inferiores a los de sus coetáneos de otros países.
Por otra parte, es importante que los padres estén bien informados, ya que se ha demostrado que sus conocimientos sobre los efectos nocivos del sol se han mostrado decisivos para que realicen protección en la piel de sus hijos.
¿Cuáles serían las medidas para proteger a los niños del sol?
Una pregunta muy frecuente en la consulta es a partir de qué edad se deben aplicar cremas fotoprotectoras y se ha establecido a partir de los 6 meses.
De los 6 meses a los 2 años se aconsejan filtros sólo físicos o pantallas minerales y a partir de los 2 o 3 años, los filtros mixtos físico-químicos. Antes de los 6 meses deben seguirse medidas de protección natural o física (gorros, sombrillas y evitar el sol de mediodía).
Protección por vía oral.
Los agentes más utilizados como fotoprotectores administrados por vía oral son los siguientes:
- Carotenoides: son pigmentos presentes en todas las plantas verdes, e incluyen el betacaroteno, el licopeno, y la luteína entre otros.
- El más estudiado es el betacaroteno por su capacidad de conversión a vitamina A. Los suplementos dietéticos con betacaroteno pueden proteger la piel humana frente al enrojecimiento (o eritema) inducido por la radiación ultravioleta, aunque los resultados dependen de la concentración utilizada y sobre todo del tiempo en que se administra. La cantidad máxima de betacaroteno está regulada y no se ha demostrado que su administración oral pueda prevenir la aparición de carcinomas cutáneos.
- Licopeno: está presente en frutos y vegetales rojos, como sandías, albaricoques, uvas y especialmente tomates (más disponible en tomates procesados que crudos). Es un potente antioxidante, y la presencia de otros carotenoides como el betacoteno aumenta su biodisponibilidad y absorción y biodisponibilidad.
- Polypodium leucotomos es un extracto de origen natural, rico en polifenoles que le confieren actividad antioxidante. La administración oral o tópica de este de este extracto aumenta la resistencia al sol (hasta tres veces) y no sólo protege de los efectos eritemáticos de la radiación solar con un FPS de casi 3, sino que confiere también protección adicional frente a la inmunosupresión inducida por la radiación ultravioleta. También previene de la reacciones fototóxicas inducidas por la administración oral de psoralenos.
- Polifenoles del té verde: Están compuestos por siete tipos diferentes de catecinas, de las cuales, la epigalocatecina-3-galato es la más activa. En animales de experimentación, los polifenoles del té verde han demostrado tener un efecto fotoprotector actuando mediante diferentes mecanismos: antioxidante, inmunoprotector y protector del ADN.
También se han empleado combinaciones de antioxidantes como vitamina C y E a dosis altas, así como ácidos grasos poliinsaturados y todos ellos parecen proteger frente a las quemaduras solares.
Como veis, la fotoprotección sistémica es un campo en investigación y desarrollo que puede complementar eficazmente a la fotoprotección tópica.
Quiero concluir que, los dermatólogos expertos seguirán insistiendo en que lo más eficazpara la protección de la piel en verano son las medidas físicas como gorros, ropa, gafas, sombrillas o paraguas entre otros, y sobre todo, el uso adecuado en cantidad, localización y reaplicación de las cremas de fotoprotección.
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