
Pilates para la fibromialgia
El pilates es un método que ejerce muchos aspectos positivos sobre nuestra saludo. Uno de ello es sobre la fibromialgia. El monitor de Pilates, Julián García Díaz, lo explica en este artículo.
Mucho se ha escrito ya con respecto a esta fantástica metodología de adecuación física y mental desarrollada por Josep Hubertus Pilates el pasado siglo.
En la actualidad, son varias/os las/os enfermedades y síndromes que preocupan a la comunidad científica dada su cada vez más prevalencia entre la población.
Uno de esos síndromes es la Fibromialgia, un trastorno caracterizado por dolor crónico generalizado, localizado fundamentalmente en estructuras del aparato locomotor, aunque también puede presentarse a nivel visceral.
En esta ocasión, haremos un breve acercamiento a la técnica Pilates y sus beneficios para quien padece fibromialgia, que sin lugar a dudas, condiciona su cotidianeidad.
Desde el punto de vista ortodoxo este síndrome es de etiología desconocida, es decir, no se conoce su origen, aunque se piensa que pueda ser genético, condicionando una anómala respuesta del sistema nervioso, que se expresaría en forma de excesiva reactividad de este (de ahí la percepción excesiva de dolor).
Por otro lado, visto desde el prisma de las llamadas medicinas naturales, puede que el origen de la fibromialgia sea de tipo intoxicación del medio extracelular y/o celular; intoxicación que provocaría el mal funcionamiento de las células del sistema nervioso, generando esa respuesta excesiva citada anteriormente.
En cualquier caso, la sintomatología de la fibromialgia abarca desde el ya mencionado dolor, hasta rigidez articular, fatiga muscular, ansiedad, depresión…
¿Qué puede hacer el Método Pilates por las personas con fibromialgia?
Primeramente, destaquemos los beneficios del Pilates para poder entender el porqué de su ayuda sobre la fibromialgia.
- Ayuda a corregir el mal uso corporal y la postura.
- Colabora a desarrollar y/o cambiar el patrón respiratorio.
- Nos ayuda a conseguir mayor elasticidad en casi todas las estructuras del aparato locomotor.
- Aumenta el tono muscular y la fuerza.
- Disminuye los niveles de estrés y aumenta la confianza y el autoconcepto.
En primer lugar, si con el Pilates logramos cambiar la postura y hacer un correcto uso del cuerpo en lo cotidiano, minimizaremos el esfuerzo para realizar cualquier acción y se cumplirá la máxima “mínimo esfuerzo – máximo rendimiento”.
En segundo lugar, al mejorar el patrón respiratorio, oxigenamos mejor nuestra sangre y por lo tanto todas nuestras células y tejidos. No debemos olvidar, que “funcionamos con glucosa y oxígeno”.
En tercer lugar, gracias al aumento de la flexibilidad estaremos yendo en contra de la sensación de rigidez característica de este síndrome.
En cuarto lugar, aumentando el tono y la fuerza ayudará a sentirse más fuerte a la persona que lo padece, así como más segura de sí misma.
Y, por último, se tiene constancia (el Pilates ha sido practicado y probado por psicólogos y médicos en muchas de sus consultas): de que la forma en la que se respira, la “obligación” de fijar la atención al máximo cuando se practica (sobre todo en sesiones privadas, sin música de fondo o con música relajante) y la interacción entre uno mismo y su cuerpo ayudan, y mucho, a disminuir el estrés y la ansiedad que, en muchos casos, van asociados a este síndrome; consiguiendo que quien lo practica, se sienta mucho más seguro de sí mismo, más tranquilo y, en la medida de lo posible, más feliz.
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